Bajo el techo rojo de mi abuela de su casita de Paredes amarillas, con mi abuelo por ahí sentado sin camisa listo para contar cualquier historia ya sea inventada o real y mi abuela siempre con una sonrisa dispuesta a consentirme en todo lo que yo le pida, o ella intuya que yo quiero.
Mi papa no habla casi, mi mamá sigue durmiendo la siesta. Mi hermano mirando su celular en ves del paisaje enfrente de su nariz si alza su cabeza.
Y yo, mientras le doy otro sorbo a mi café, siento que me gane el cielo en la tierra.
Siento que lo tengo todo y no me falta nada.
Que en España tengo una enamorada .
Que tengo ojos para apreciar las bellezas de la naturaleza y piernas y brazos para acercarme a ella.
Qué puedo respirar el aire puro del campo con sus mezclas de olores que desprenden la variedad de flores que adornan la casita de techo rojo con paredes amarillas.
Y yo aquí, sentado en la mecedora de colores, con un valle que se abre entre dos montañas azules, con una brisa fresca y cálida que roza mi cuerpo sin camisa, mientras le doy otro sorbo al café, me siento el hombre mas feliz del mundo.
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